lunes, 16 de abril de 2012

Simetría del cuerpo

Claudio Duarte, 2006
Gran parte de los poemas que forman el Libro del arrebato de Ángeles Pérez López parecen emerger de un fragmento en prosa de la novela La montaña mágica de Thomas Mann. La traducción libre, poética, de una idea, la simetría del cuerpo, se hace explícita en el poema de Pérez López "Dos piernas, dos rodillas, dos tobillos" y recorre y fecunda  casi todos los poemas del libro. El mismo tono de exaltación jubilosa del cuerpo recorre ambos textos. La torsión de uno a otro texto radica en que de la declaración de amor, pura presencia de cuerpos en el primer encuentro entre Hans Castorp y Madame Chawchat, pasamos en el texto de Pérez López a la recreación en ausencia del encuentro amoroso, desgranado jubilosamente a lo largo de todos los poemas que conforman el libro y donde la anatomía del cuerpo, como en el fragmento de la declaración amorosa de Hans Castorp, constituye el eje de torsión, de creación del texto. Sin embargo, hay una diferencia notable entre ambos. Si la declaración de amor de Hans Castorp está teñida de exaltación amorosa más allá de la muerte y de plegaria rendida ante la dama, de rodillas, sin tocarla, amor platónico, casi místico; en el Libro del arrebato el ejercicio espiritual o la unión de amor y muerte están ausentes. El tema central no será la muerte y la decrepitud del cuerpo, sino la soledad del hombre en la inmensidad de un universo que pesa.

Claudio Duarte, 2006
Regarde la symétrie merveilleuse de l'édifice humain, les épaules et les hanches et les mamelons fleurissant de part et d'autre sur la poitrine, et les côtes arrangées par paires, et le sexe obscur entre les cuisses! Regarde les omoplates se remuer sous la peau soyeuse du dos, et l'échine qui descend vers la luxuriance double et fraîche des fesses, et les grandes branches des vases et des nerfs qui passent du tronc aux rameaux par les aisselles, et comme la structure des bras correspond à celle des jambes. Oh les douces régions de la jointure intérieure du coude et du jarret avec leur abondance de délicatesses organiques sous leurs coussins de chair! Quelle fête immense de les caresser ces endroits délicieux du corps humain! Fête à mourir sans plainte après! Oui, mon Dieu, laisse-moi sentir l'odeur de la peau de ta rotule, sous laquelle l'ingénieuse capsule articulaire sécrète son huile glissante! Laisse-moi toucher dévotement de ma bouche l'arteria femoralis qui bat au fond de ta cuisse et qui se divise plus bas en les deux artères du tibia! Laisse-moi ressentir l'exhalation de tes pores et tâter ton duvet, image humaine d'eau et d'albumine, destinée pour l'anatomie au tombeau, et laisse-moi périr, mes lèvres aux tiennes!

Claudio Duarte, 2006
¡Mira la simetría maravillosa del edificio humano, los hombros y las caderas y los senos floridos a ambos lados del pecho, y las costillas alineadas por parejas, y el ombligo en el centro, en la blandura del vientre, y el sexo oscuro entre los muslos! Mira los omóplatos cómo se mueven bajo la piel sedosa de la espalda, y la columna vertebral que desciende hacia la doble lujuria fresca de las nalgas, y las grandes ramas de los vasos y de los nervios que pasan del tronco a las extremidades por las axilas, y cómo la estructura de los brazos corresponde a la de las piernas. ¡Oh, las dulces regiones de la juntura interior del codo y del tobillo, con su abundancia de delicadezas orgánicas bajo sus almohadillas de carne! ¡Qué fiesta más inmensa el acariciar esos lugares deliciosos del cuerpo humano! ¡Fiesta para morir luego sin un solo lamento! Sí, Dios mío, déjame sentir el dolor de la piel de tu rótula, bajo la cual la ingeniosa cápsula articular segrega su aceite resbaladizo! ¡Déjame tocar devotamente con mi boca la "arteria femoralis" que late en el fondo del muslo y que se divide, más abajo, en las dos arterias de la tibia! ¡Déjame sentir la exhalación de tus poros y palpar tu vello, imagen humana de agua y albúmina, destinada a la anatomía de la tumba, y déjame morir con mis labios pegados a los tuyos!
Thomas Mann,  La montaña mágica
trad. de Mario Verdaguer, Ediciones G.P., 1972, pp. 435-436


Claudio Duarte, 2006
Dos piernas, dos rodillas, dos tobillos, 
los dedos diminutos de los pies
que son tan parecidos unos a otros
y suman sus falanges en parejas,
los huesos semejantes, sucedidos
y su contaduría vertebral
para escribir el peso o el fulgor
son nómina y carbón en papel copia,
perfecta simetría con que el cuerpo
busca no estar tan solo y se consuela
del lunes y su abrazo envenenado.
Por eso se acompasa en paridad,
escruta sus meninges, sus alardes,
su tiempo entristecido y concluyente
y cuenta sus costillas mientras gime,
porque es inmensa la llanura sola
y el sol está tan lejos como el mar.
El día en que nos faltan los afectos,
palabras olvidadas como trébede,
justicia, lapicera o resplandor,
cuando estalla la flor de la torpeza
y aroma los manzanos al troncharse,
el cuerpo se conforma como puede,
busca su concordancia, su acomodo
para la ley de las compensaciones
y balancea su peso duplicado
por el estrecho beso de lo dual.
Tan sólo los impares desiguales
-el sexo, el corazón o la cabeza-
revientan en su plomo solitario,
reclaman con ardor para la sed
y exigen de algún modo compañía,
un canto en que se enreden otras voces
haciendo más liviano el universo.



Ángeles Pérez López
Libro del arrebato
Alcancía, 2005, pp. 9-10


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